Camino en armonía

Caminar serenamente. Prestar atención a las señales del camino. No forzar una situación que nos llevará a la desarmonía.

Camino en armonía, no forzar el andar.

Sigo leyendo a Shinoda Bolen (su perspectiva me resulta muy significativa). En su ‘El sentido de la enfermedad’ hace referencia al lecho de Procusto, de la mitología griega. Se trataba de una terrible prueba en la que el lecho no estaba hecho a la medida del caminante. O era más grande o era muy pequeño. ¿Pasa lo mismo en nuestro camino? ¿Sentimos que el camino nos queda grande o nos queda chico? ¿Se hace difícil el andar?

Me acompaño hoy, nuevamente, con Loreena McKennitt, Dante’s Prayer  y su sereno mensaje de confianza.

El lecho de Procusto puede ayudarnos a entender cuando el camino se pone muy exigente o falto de sentido. Dice Shinoda: ‘La armonía consiste en recorrer el camino adecuado y ser uno con él: desarrollar una vida apasionada y coherente con los valores personales’, ‘la armonía se da cuando el comportamiento y la creencia caminan juntos, cuando la vida arquetípica y la vida exterior se reflejan mutuamente y nos mantenemos fieles a nosotros mismos’, ‘cuando advertimos que formamos parte de algo divino que nos incluye y está en nosotros’. Tratar de ajustarnos al lecho de Procusto es forzar una situación que nos llevará a la desarmonía. Y nos cercenará en nuestra integridad o nos estirará hasta que encajemos, como hacía Procusto con los caminantes. Eso nos aparta de lo que realmente tiene sentido para cada uno o una de nosotros/as.

No forzar, como propone el wu wei. Que la armonía sea nuestra compañía en el camino.

Compartir en:

Deja un comentario

Scroll al inicio