En el camino, lo importante es lo que se pierde. En el camino, hay mucho que se gana, pero nuestros maestros vienen de la mano de lo que se pierde.
Nos dice Tenzin Palmo en Una cueva en la nieve : ‘En el camino, lo importante no es lo que se gana, sino lo que se pierde’
Inspirada por esas palabras me puse a pensar en qué se puede perder en el camino que sea más importante que lo que se gana.
Me acompañan las Celtic Woman, en una bella interpretación de You raise me up. Imaginé que Tenzin, en su cueva en el Himalaya, tal vez escuchara en su mente una melodía así mientras meditaba.
La autora del libro (Vicki Mackenzie) le pregunta a Tenzin: ¿valió la pena el esfuerzo extraordinario del retiro en la cueva? ¿qué había ganado con tantas renuncias, incomodidades, autodisciplina?
Con una maravillosa lucidez, la monja budista responde: ‘No se trata de lo que ganas sino de lo que pierdes. Es como pelar una cebolla, eso es lo que tienes que hacer. (…) Nuestra percepción está distorsionada y no nos permite ver lo que en realidad tenemos. (…) Nuestra falsa ilusión más importante es que tenemos que llegar a algún sitio y que tenemos que lograr algo’. Esa falsa ilusión es lo que hay que perder. Lo que importa es el camino, no el destino.
En el camino se pierden temores, apegos, equipaje, disfraces, cargas, angustias, máscaras, vanidades, ego, cadenas. ¿Cómo seguirías la lista?
Tenzin es muy clara cuando busca metáforas para hacer comprender de manera sencilla ideas complejas. Lo de pelar una cebolla es una imagen clarísima del sentido del camino. Se van sacando capas y capas hasta llegar a lo esencial. Pienso que, al igual que cuando se pela una cebolla, habrá lágrimas cada vez que se saca una capa. Tal vez al principio las sintamos como lágrimas de tristeza, de nostalgia por dejar algo que nos cuesta, que nos duele.
Cambiar una actitud, abandonar un hábito, alejarnos de la comodidad no es sencillo y placentero. Pero en la medida que el camino nos va mostrando que cada vez que sacamos una capa más nos volvemos más livianos/as, caminamos más erguidos/as, más ligeros empezaremos a cambiar esas lágrimas de tristeza por lágrimas de alegría. Y eso también es algo que perdemos: el dolor, la angustia, la pena. Y al encontrar la alegría en el camino todo tiene más sentido.
Pero esto queda para otro posteo.