Caminos de seda o caminos con piedras

No me atrevería a decir que hay caminos más fáciles y más difíciles. Creo que son los caminos que estamos preparados para andar.

Caminos de seda o caminos con piedras

Mientras camino aprendiendo a sortear piedras y cuestas, vuelve a mi mente un personaje del que ya hablé: Marco Polo. Protagonista del inicio del Camino de la Seda, sus travesías no eran precisamente suaves y delicadas como el material que le daba nombre a esa ruta.

Hace ya bastantes años, en una visita a Japón (gracias a una invitación de la JICA –Agencia de Cooperación Internacional del Japón-) escuché por primera vez a Kitaro. Quedé embelesada por sus composiciones. Y hoy recorro estas reflexiones escuchando un tema de aquel álbum que escuché en Japón: Silk Road .

Reflexiono sobre qué nos dice el camino de la seda. ¿Era como el camino amarillo del Mago de Oz? ¿Tomando el camino se llegaba a destino, el camino te lleva? ¿Era un camino amigable, de tránsito sencillo y continuo?

Por lo que comentan las crónicas de esa ruta, era algo muy distinto. El camino no estaba tan marcado, había que ir definiendo los pasos a medida que se avanzaba. Había muchas zonas de muy difícil travesía: desiertos rocosos, demasiado fríos o demasiado cálidos; zonas con bandidos del camino que esperaban para robar la carga; ataques para no ceder territorio; lugares colmados de leyendas que infundían temor; riesgo de falta de agua o alimento; estafadores muy hábiles. No era un camino armonioso y llevadero. Estaba plagado de riesgos o, lo que es casi lo mismo, estaba plagado de aprendizajes.

Quien hacía el camino por primera vez, lo vería excitante y peligroso. Quien ya lo había transitado varias veces, lo sentiría más accesible y tendría herramientas para resolver las dificultades. Pienso que es lo mismo que cuando buscamos un baqueano que nos guía por caminos peligrosos: el baqueano irá por los mismos desfiladeros y cuestas, pero lo hará con más destreza. ¿Es más fácil el camino para él que para los que son guiados? No. El camino es el mismo, con los mismos riesgos, pero el baqueano lo experimenta de diferente manera.

Cuando encontramos una dificultad en nuestro camino, pensamos que nos toca la cuesta más empinada. Y vemos a nuestro alrededor otros/as caminantes que van por un camino llano y lo sentimos injusto. Pero, ¿sabemos si ese camino llano es sencillo para quien lo transita? Tal vez está aprendiendo a caminar, o tiene transitadas otras cuestas, o tiene objetivos menos exigentes, o camina con dificultad y por eso va por ahí; mientras que nosotros tenemos desafíos más difíciles porque estamos preparados para superarlos.

No me atrevería a decir que hay caminos más fáciles y más difíciles. Creo que son los caminos que estamos preparados para andar. El camino se abre nuestros pasos y es el camino justo para cada uno/a. Juzgar desde nuestra trayectoria las travesías ajenas es desconocer como fue el camino recorrido por unos/as y otros/as. Algunos/as podrán salir victoriosos de dificultades que a otros los bloquearían. Y otros no pueden entender a quienes se ahogan en un vaso de agua, sin ver que para ellos no es un vaso sino un profundo lago. Creo que fue en un graffiti en la parte trasera de un camión que leí algo así como ‘no envidies mi fortuna sin saber de mi sacrificio’. O dicho de otro modo: no juzgues mi camino sin ponerte en mis zapatos.

Transitamos el camino que podemos andar. Y no importa cómo vean los demás nuestros propios caminos: todos los caminos tienen dificultades y aprendizajes adecuados a cada caminante.

Buen camino.

Compartir en:

Deja un comentario

Scroll al inicio