Perderse forma parte del camino

Cuando estamos desorientados, es cuando más alertas estamos a buscar señales que nos muestren el camino.

Perderse forma parte del camino. Esta imagen de estar perdido viene relacionada con la búsqueda, con el camino. Cuando estamos desorientados, es cuando más alertas estamos a buscar señales que nos muestren el camino.

Es, como comenté en otro post, el arraigo dinámico, el ‘viaje inmóvil’, la búsqueda de otro lugar mientras estamos quietos. Esas condiciones, contradictorias y fecundas, pueden hacernos sentir que estamos desorientados, que no vemos el camino. Es algo así como esta frase de Dante (de La Divina Comedia): ‘en medio del camino de mi vida me perdí en una selva oscura’. Así lo cita Shinoda Bolen, en su obra Viaje a Avalon. La autora tiene muy claro esto de perderse como parte del camino.

Mientras reflexiono escucho el tema Largo largo viaje, de Enya. Un largo viaje hacia uno/a mismo/a.

Así como el Dante habla de una selva oscura, Shinoda elige la imagen del bosque para referirse a estar perdido, a no saber cómo continuar el viaje. ‘Estar en medio del bosque es una metáfora (…) Se trata de un tiempo y un lugar metafóricos que se caracterizan por el riesgo y la transformación’. Estar perdidos obliga a detenerse, revisar planos, calibrar el GPS, mirar el entorno, levantar la vista, identificar señales. Y muchas veces nada de eso resulta exitoso y seguimos como trabados sin encontrar el rumbo.

Shinoda lo dice así: ‘No existen indicadores ni caminos marcados. […] Es el lugar donde estamos cuando nos perdemos y es el lugar donde necesitamos ir para encontrarnos a nosotros mismos.

Justamente, perderse obliga a encontrarse.

Si no nos perdemos algunas veces en nuestro camino, pasaríamos por alto débiles voces internas que solo en la quietud de una búsqueda consciente podemos escuchar. Entrar en el bosque es una necesidad para no perdernos, es un ciclo necesario para recobrar el sentido del viaje. Con la ‘fase en el bosque, se inicia un período de búsqueda y crecimiento espiritual. […]Es posible descubrir y recordar aquellos aspectos de nosotros mismos que una vez fueron vitales’ (Shinoda Bolen). Perder el camino, que el sendero no se abra a nuestros pasos, atemoriza y confunde, pero es el momento de re-conocernos y crear un nuevo camino. ‘La necesidad de vivir plenamente en armonía con nuestro interior es un viaje que conduce al ego hasta el bosque’ (nuevamente Bolen, quien, ya se habrán dado cuenta, es una autora que me resulta muy significativa en sus análisis).

¿Sentiste alguna vez que estabas completamente desorientado/a, que no sabías hacia donde dar el próximo paso? Ésa es la sensación de estar en el bosque, un lugar que confunde. Será necesario, entonces, descansar, subirse a un árbol, divisar desde allí, desde otro ángulo, si vemos el final del bosque, si el camino sigue más allá.

Y mientras estamos en esa búsqueda, podemos acampar y agradecer haber llegado hasta allí. Re-conocer las señales que nos permiten identificar nuestra fuerza vital, descubrir una creatividad que nos anime, que nos vivifique. Encontrar paz en el bosque, sentirlo amigo a pesar de su amenazante fama. Tal vez una mañana, al salir de nuestra carpa, descubramos que la espera y la búsqueda dieron frutos: ya no estamos en el bosque: ante nuestros ojos se abre un paisaje luminoso con el camino claramente marcado.

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