Descubrir aquello a lo que tememos. O, como nos dice el título del texto de Pema Chodron, descubrir Los lugares que te asustan.
Cuando algo nos da temor, la reacción instintiva es a alejarse de eso que nos provoca miedo. Y al hacerlo, no podemos saber cuánto de nuestro temor es real y cuánto es producto de nuestra mente. Eso que nos está asustando tal vez no sea lo que creemos ver o comprender. Es posible que existan algunas ideas previas que nos están deformando la percepción.
Un ejemplo clásico es el de ver una serpiente en el camino por el que estamos transitando. Y eso nos paraliza, nos frena, nos bloquea. Más aún si hay poca luz, si hay un árbol que da sombra o algún obstáculo reduce nuestra visual. Superado el primer momento de temor, tenemos que decidir si avanzar o retroceder. Y prestamos más atención a la serpiente: ¿está quieta? ¿está atenta a nuestro movimiento? ¿sigue en el mismo lugar? Buscamos una luz en nuestra mochila. Nos acercamos muy lentamente. La iluminamos, la miramos un poco más de cerca. Y entonces nos damos cuenta: es una soga! No es una serpiente. Y todo cambia: nuestro temor, nuestro camino, nuestra actitud, nuestra percepción. Pero el objeto que creímos que era una serpiente y ahora vemos que es una soga, no cambió. Nosotros cambiamos.
A ese lugar que nos asusta nos lleva Pema en este libro. Nos propone acercarnos a aquello que tememos. Tal vez no sea lo que nuestra mente o emociones perciben. Y aunque sí sea eso a lo que tememos, acercarnos nos permite conocerlo, descubrir nuestra fortaleza ante ello, encontrarle la debilidad a lo que nos asusta. Como con la serpiente y la soga, tendremos que prestar atención, buscar algo más de luz, acercarnos para darnos cuenta de qué es realmente eso que nos asusta.
Tomo las palabras de la propia autora para que te animen a acercarte a esos lugares que te asustan.
En el capítulo titulado »El encuentro con el enemigo» nos relata:
‘El agobio es experimentar una sensación de impotencia. Sentimos que hay tanto sufrimiento, que hagamos lo que hagamos no va a servir para nada. Nos desanimamos. Hay dos maneras de trabajar con esta emoción que son muy eficaces. Una es practicar
con algo que constituya un reto menor, para encontrar una situación que sintamos que podemos manejar.’ ‘Empezar con una situación manejable puede ser sumamente mágico. Cuando encontramos el lugar en el que nuestro corazón puede participar, la compasión empieza a extenderse por sí sola.’
¿Te atreves a ir a los lugares que te asustan? Tal vez encuentres una soga en vez de la serpiente que crees ver.
Buen camino!