Camino en solitario, camino en compañía.
Las etapas del camino son dinámicas. Tenemos etapas en soledad, otras en compañía, otras en multitud. Cada una responde a un momento diferente en el proceso de caminar. Y cada una llega a su tiempo y es necesaria para pasar a la siguiente.
Escuché hace poco un tema instrumental de Loreena Mackennitt. Su título: Kecharitomene. Al ser instrumental, cada uno/a puede imaginar la letra, sensación o experiencia que más le inspire. A disfrutarlo mientras se camina o se medita.
Los momentos en los que caminamos en solitario suelen ser aquellos en los que buscamos ese faro interior, que sabemos que está pero necesitamos un mapa que nos lleve hasta él. Ese mapa puede surgir en el silencio, en esa soledad acompañada de nosotros/as mismos/as. Y una vez hallado ese faro, puede ser que encontremos a otro/a peregrino/a que también sigue su propio faro. Tal vez esa compañía caminante ya la llevábamos en un trecho del camino recorrido, pero no la habíamos notado; seguíamos en solitario. Y en algún momento nos re-conocimos. Vamos por el mismo camino, por ahora. Ya te conozco pero no había identificado la unidad que nos convoca. Ahora te re-conozco.
Y seguimos el camino en compañía.
Tal vez, en los altos en las cuevas, ese caminante decida acampar fuera o bien seguir su ruta. Pero cada caminante sabe cuál es el momento de detenerse o de seguir, esté caminando solo o lo haga acompañado.
Los caminos multitudinarios son momentos de confusión, de sentirse perdidos, de intentar verse reflejado en alguien de la multitud, de mirar a un lado y a otro para seguir aturdidos/as, confundidos/as. Pero, en alguna encrucijada, esa multitud toma otro camino, se aleja y quedamos listos/as para un nuevo trayecto, en nuestra propia compañía o con algún/a caminante que eligió caminar no nuestra propia senda, pero sí a nuestro lado.
Cada tramo tiene su sentido. Valoremos cada camino, sea en solitario o en compañía.
Buen camino!